domingo, 14 de agosto de 2011

Presentación de Housekide en un congreso

El 8 de julio de 2011 se realizó la primera presentación de Housekide en el congreso INTERNATIONsites.google.com/site/housekideAL CONFERENCE ON THE SOCIAL ECONOMY --Corporate Responsibility, Private Property & Partnerships. Worker's Rights and Cooperatives  celebrado en Oñati del 6 al 8 de Julio 2011.
Asistieron unas 20 personas, entre ellos investigadores, profesores, técnicos en cuestiones sociales y responsables del mundo cooperativo.

viernes, 15 de abril de 2011

La futura vivienda de los aitonas (DV 11/04/2011)


Diario Vasco 11/04/2011
Los expertos optan por modelos de alojamiento con servicios. El profesor Regnier apuesta por centros de convivencia y apartamentos asistidos
11.04.11 - 03:06 -
MARIO GARCÍA | SAN SEBASTIÁN. Estamos ante un incremento sin precedentes de la población de personas mayores de 80 años en el mundo y este fenómeno exige cambios de gran calado en todos los ámbitos y de forma especial en el residencial. Este mensaje lo ha transmitido en San Sebastián el norteamericano Victor Regnier, profesor de Arquitectura especializada en gerontología de la Universidad del Sur de California (EE UU) y considerado como una referencia mundial en la construcción de alojamientos para las personas mayores. Regnier pronunció la semana pasad una conferencia en el Palacio Miramar de San Sebastián, titulada 'Nuevos alojamientos residenciales para envejecer con calidad de vida', ante un público mayoritariamente especializado en el cuidado de las personas mayores, invitado por las fundaciones Matía e Ingema.
El profesor norteamericano participó recientemente en Madrid en el III Congreso Internacional de Dependencia, donde expuso sus teorías en torno al concepto 'housing' o centros de convivencia y terapia, en contraposición con el modelo de residencia gerontológica tradicional. En Donostia volvió a incidir en la novedad de los centros convivenciales y en la experiencia de los 'apartamentos para la vida'. Ambos conceptos de vivienda asistida constituyen en su opinión los modelos de futuro en la atención residencial de los mayores.
«En realidad, lo que se pretende es que la gente mayor esté el mayor tiempo posible en sus casas, pero que pueda recibir puntualmente la ayuda que necesita y cuando la necesita», aseguró el profesor. Y este objetivo, dijo, puede lograrse con unos costes entre el 15% y el 20% inferiores a la solución residencial convencional mediante el concepto de centros comunitarios y de terapia. Es un sistema que funciona con éxito en Estados Unidos y Reino Unido. Las personas mayores pueden vivir en su casas, pero teniendo cerca un centro comunitario donde puedan acudir para comer, o para realizar actividades sociales o para recibir el tratamiento terapéutico que necesitan.
Se trataría de un tipo de centros gerontológicos pero abiertos a la comunidad. En esos centros, las personas mayores que viven en sus propios domicilios reciben los diferentes servicios que necesitan adaptados a sus necesidades, pero los usuarios no tienen por qué salir de sus casas mientras no presenten un elevado grado de dependencia.
En la ciudad
El otro concepto por el que apuesta Regnier es el que denomina 'Apartamentos por la vida'. Es una iniciativa que este arquitecto ha desarrollado intensamente en Holanda y que no es desconocida en Gipuzkoa, si bien no está demasiado implantada. Se trata de apartamentos para personas mayores dotados con servicios comunitarios. La mayoría de estos edificios que ha construido o que supervisa el profesor americano están integrados en la ciudad y son de diferentes características. Los de mayor tamaño son construcciones de siete a diez pisos de altura con un centenar de apartamentos. Es posible optar a ellos a partir de los 55 años. «En la medida que el usuario envejece o enferma va recibiendo la ayuda y los servicios que necesita hasta el final de su vida», afirma el experto.
Cada apartamento consta de una habitación, un estudio con posibilidad de una cama supletoria, un salón, una cocina, un baño y un balcón. Este último elemento es imprescindible en los diseños de este arquitecto. También existe un modelo que conecta los dos conceptos, según el profesor, es decir, un edificio que incluye apartamentos tutelados pero que también funciona como centro comunitario. Los servicios que disfrutan las personas que viven en los apartamentos están también abiertos para otras personas mayores que residen en sus domicilios habituales.
El modelo de Rotterdam
La experiencia más interesante de alojamiento para personas mayores que Regnier ha supervisado está situada en Rotterdam. «Son unos apartamentos que nacieron como iniciativa social, pero la gente con posibilidades económicas deseaba acceder a este tipo de alojamiento y se habilitó una vía para la iniciativa privada. Ahora hay una parte social y otra de pago», afirma este experto.
En su opinión, el sistema de alojamiento asistido permite mantener a las personas mayores en un entorno social más tiempo que en la actualidad. «Se retrasa o evita el ingreso en las residencias porque el modelo se adapta incluso a personas con una cierta demencia: se calcula que sólo el 10% de quienes viven en este tipo de apartamentos, los casos muy agudos de demencia, tienen necesariamente que trasladarse a centros gerontológicos».
Para Victor Regnier, el cambio del modelo de alojamiento es «el futuro». Es una consecuencia del aumento de la población mayor de 80 años en el mundo. «Quizá en España no se aprecia tanto este fenómeno, pero en Estados Unidos ha aumentado esta población en un 300% y se prevé que en China se produzca un aumento del 700%». Por ello, considera que la oferta residencial tradicional está agotada y debe ser sustituida por los nuevos modelos: «Son más eficaces y más baratos».

jueves, 3 de febrero de 2011

Verlas venir o prepararse activamente

Cuando uno o una se da cuenta de que es mayor y va camino de viejo (la
conciencia de eso suele venir a menudo con la jubilación) puede,
básicamente, elegir entre dos opciones: una consiste en no hacer nada,
como si el género de vida que lleva uno cumplidos los sesenta y con
salud normal, se pudiera prolongar indefinadamente, y la otra, es
pararse en algún momento a pensar que vienen cambios y conviene
preparse. 

No hacer nada especial es lo que de hecho hace la mayoría, simplemente
tratar de seguir viviendo como hasta entonces, sin plantearse cambios;
pero la opción de no hacer nada parece ser también resultado de la
opción teorizada por algunos que han decidido que no quieren seguir
viviendo una vida deteriorada, lo que es una decisión muy plausible,
pero que no soluciona en absoluto el problema real, ni lo roza. Porque
el problema real de la inmensa mayoría no es el de prolongar o no una
vida vegetativa, sino el de los largos años de envejecimiento, y este
problema lo empezamos a vivir ya a partir de los sesenta y tantos, de
una manera más o menos acusada. 
Estadísticamente podemos estar casi seguros de que en los próximos 15
años, estando razonablemente bien de salud, esto es, sin ser
dependientes, vamos a pasar, como mínimo por períodos de dependencia
importantes (enfermedades que se curan, roturas de huesos,
intervenciones…). Esos períodos, en situación de soledad, significan
como mínimo, tener que echar mano de la ayuda de otras personas o
instituciones, y muy a menudo tener que abandonar temporalmente el
propio hogar. 
Por otro lado, excepto para una minoría de personas, digamos extrañas,
la soledad, la falta de contacto suficiente con los amigos y
conocidos, que se acentúa si no se hace algo importantye para
contrarrestarla, está reconocida como uno de los mayores enemigos de
la salud mental (y física) de las personas mayores. 
Por no hablar de los problemas económicos a los que nos podemos
enfrentar en un futuro, en el que la continuidad de las pensiones no
está ni de lejos garantizada, los servicios sociales en plena
decadencia y los precios de las residencias privadas cada vez más
arriba. 
La otra actitud es la de hacer algo. Entre las cosas que se pueden
hacer para intentar envejecer manteniendo un modo de vida aceptable
está el irse a vivir con algún hijo (suele ser hija). Esta opción,
normal hasta nuestra generación, donde los hijos o hijas abundaban,
hoy en día no está al alcance de casi nadie, y supone siempre
condicionar de manera terrible años o décadas de la vida de los que
nos tomen a su cargo. Entre los de mi generación que somos padres hay
un profundo y sanísimo rechazo a hipotecar así la vida de cualquier
hijo o hija, de manera que la consideraremos opción 0. Otra opción es
haber podido ahorrar (el piso, el fondo de pensiones, dinerito en el
banco) y dejar todo previsto para que si llega el  momento de seguir
viviendo pero con autonomía limitada, uno va a ir a parar a un
establecimiento con servicios excelentes, donde envejecer rodeado de
cuidados profesionales de calidad. 
Y otra opción es la de plantearse el envejecimiento de manera activa,
como nos hemos enfrentado a los cambios fundamentales de la vida, como
por ejemplo cuando nos independizábamos para vivir con un compañero/a,
para tener hijos, cuando hemos tenido que cambiar de ciudad por
cuestiones de trabajo, o después de un divorcio, etc.. Se trata, como
entonces, de asumir que entramos en una nueva etapa, que puede ser
relativamente larga, de la vida y  que, como entonces, podemos
intentar preparar las condiciones de viviendas, de entorno, de
amistades, etc. en las que queremos vivir esos años. 
La diferencia de actitud que supone este planteamiento es fundamental,
y se corresponde con la diferencia real entre nuestra generación de
jubilados y las anteriores. 
Estamos un poco hartos de las bromas sobre el tiempo que vamos a pasar
inspeccionando las obras de los alrededores, sobre que todavía tenemos
opción a ligar en Benidorm, y otras gracias con las que nos sentimos
poco identificados. La mayor parte de los recién jubilados que conozco
están más que atareados, y aparte de los nietos, los que los tienen,
hay en general varios proyectos con los que estamos comprometidos y
nos mantienen bien vivos. Pero aunque de hecho no somos mayores o
jubilados como los de antes, suele faltar tiempo, o ganas, o
percepción suficiente para pararse, mirar hacia delante y hacernos una
composición de lugar de lo que vamos a ser o cómo vamos a estar dentro
de 10, 15 o 20  o más años. Y de esa observación sacar unas
conclusiones: me interesaría vivir así y así. ¿Qué tengo que hacer
para conseguirlo y que esté en mis manos? 
Y en la respuesta, sin lugar a dudas la vivienda y lo relativo a ella,
va a tener un lugar fundamental: ¿qué ventajas o inconvenientes tiene
la casa donde vivo ahora?, ¿qué características físicas  y de entorno
debería tener una casa apropiada para mí dentro de unos años?,
¿prefiero la intimidad (y soledad) de mi casa individual o la
proximidad de algunos amigos?, ¿con quién me gustaría poder compartir
mis ratos libres?, ¿tengo posibilidades de conseguir esa vivienda y
esa manera de vivir que considero mejores? 
Y a la hora de responder a esas cuestiones, el modelo de hábitat
compartido o cohousing (viviendas completas, individuales o de pareja)
agrupadas y complementadas con una serie de espacios (salas de estar,
cocina, comedor, lavandería, taller, habitaciones para huéspedes o
ayudantes, etc.) comunes, con unos pactos genéricos de ayuda mutua, se
me aparece como ganador por goleada. 
Este modelo, para el que no encuentro un nombre simple más apropiado
que la palabreja cohousing tiene ya un buen recorrido y se ha
comprobado su validez en bastantes países que llegaron a una situación
demográfica y social semejantes a las nuestras actuales con 40 o 50
años de antelación. En los países nórdicos, en Holanda, en los países
anglosajones son muchos los miles de mayores que han optado por
agruparse, concebir un proyecto, discutirlo durante cientos de horas,
diseñarlo apoyando el trabajo de un arquitecto, construirlo y vivir en
él. Y las experiencias son abrumadoramente positivas. 
¿Qué razones podemos tener para no embarcarnos en un proyecto así si
materialmente parece posible? La verdad es que no se me ocurren buenas
razones, aunque reconozco que las que hay realmente son de fondo:
miedo a perder nuestra independencia, no hacerse a la idea de dejar la
vivienda donde tan a gusto estamos ahora, pensar que esto lo va alejar
a uno de su familia, temor al riesgo económico que se puede correr,
falta de confianza en la la capacidad, nuestra y de los demás, para la
vida (relativamente) comunitaria…preferir lo bueno conocido que lo
mejor por conocer, en suma.

No va a haber residencias públicas

Hola 
Os reenvío este artículo de hoy mismo que me acaba de enviar Fago.
Me parece que nos sitúa bien ante varias de las razones para optar por
el cohousing
Y una es que, al margen de nuestro estado de salud, cuando tengamos 80
años, más del 86 por ciento de nosotros estaremos sólos (o sólo con la
pareja) en una casa no preparada para esa edad, y con la vecindad que
nos haya tocado.
Un pequeño tanto por ciento habremos optado por ir a vivir cerca de un
grupo de gente elegido por nostros mismos, a una vivienda y un entorno
preparados para acogernos.
Por ejemplo. 
Solo el 14% de los octogenarios están atendidos en un geriátrico 
Ocho regiones se sitúan por debajo de la media española en cobertura
residencial 
CARMEN MORÁN  -  Madrid 
EL PAÍS  -  Sociedad - 27-09-2010
En 2025 habrá en España casi 2,5 millones de personas entre los 80 y los 90 años, la edad en que suelen ingresar en las residencias geriátricas. No habrá plazas para ellos. No, si siguen aumentando al ritmo mortecino al que lo hacen ahora. La población es una proyección demográfica del INE. Lo que dicen las proyecciones sociales es que tampoco habrá entonces amas de casa que puedan encargarse de estos ancianos.
Como 2025 es cifra larga para los políticos, volvamos al presente. Hoy la media española de mayores de 80 años atendidos en residencias está en un 14%. No es mucho, pero peor aún es que muchas regiones, ocho en concreto, están por debajo de esa cifra que no se diferencia mucho de la de anteriores años, a pesar de que 2008 ha sido clave en la implantación de la Ley de Dependencia. Murcia, Galicia, Canarias y Andalucía son las que menos cobertura tienen, las dos primeras con un 8,1% y las dos segundas con algo más de un 10%. Las que tienen más plazas para acoger a los ancianos en residencias son Castilla-La Mancha (21%) y Castilla y León (20,2%).
Más abajo se sitúan Aragón (17,8%), Navarra y Madrid (por encima ambas del 16%).
Estas cifras se extraen de los últimos datos publicados por el Imserso en su Portal de Mayores, recogidos a finales de 2009. Ya debería haber cifras más recientes, pero los datos estadísticos sobre personas mayores, que cada dos años publica el Gobierno, este año aún no se han difundido, a pesar de las promesas del Ministerio de Sanidad y Política Social.
"Con la cobertura que presentan las comunidades, difícilmente se podrá atender a la población en unos años. Pero tan importante como el número de plazas es la planificación sobre dónde ubicarlas y qué tipo de plazas han de ser", dice Gustavo García Herrero, miembro de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales. "Hay que avanzar en la atención sociosanitaria. Sobre todo en atención de los procesos de rehabilitación en residencias, convalecencia para determinadas enfermedades y largas estancias para según qué
patologías. Interesa por el bien del ciudadano, sus familias y de la economía", dice García Herrero, que aboga porque avancen las estancias temporales en residencias.
Todo eso parece todavía pura quimera, cuando faltan aún miles de camas para ancianos en los geriátricos. Pero, por otro lado, los empresarios del sector dicen que en sus centros hay cerca de 50.000 plazas vacías. Este desajuste responde a varias razones: no todas las plazas están construidas en los lugares donde hay demanda. Algunas de ellas son tan caras que el ciudadano no puede pagarlas, ni los precios que da la Administración para concertarlas convencen a los empresarios. Reciben entre 45 y 50 euros por plaza y día, menos de lo que cuesta dormir en  un hostal, se quejan. Ellos pagaron mucho por el suelo, y, además, poner en marcha una plaza cuesta alrededor de 50.000 euros. Y, por
último, hay muchas residencias que están abocadas al cierre porque sus condiciones no alcanzan los requisitos que se exigirán con la Ley de Dependencia. "Ni los alcanzan ni los alcanzarán nunca, es cuestión del edificio, de las medidas de seguridad, de evacuación", afirma José María Cosculluela, presidente de Vitalia Home, una empresa con geriátricos en varias regiones. "El sector debe enfrentar una gran reconversión en un plazo de unos cinco años", vaticina. Así será, sin duda, cuando las comunidades vayan completando sus decretos sobre los requisitos que han de cumplir estos centros para poder recibir a ancianos con una ayuda pública.
Cosculluela cree que el mercado privado puro será "cada vez más estrecho" porque las plazas concertadas "están bien y son más baratas". La crisis tampoco ha ayudado a revitalizar al sector. Las familias más apuradas han sacado a los abuelos de las residencias. Se garantizaban con ello disponer de la pensión del anciano y posiblemente de una ayuda para el cuidador familiar.
Tampoco la crisis permite a las Administraciones regionales desahogo para aumentar el precio que pagan al empresario por ocupar sus residencias. A menos que se opte por una fórmula que no convence a los expertos de los servicios sociales: la prestación económica para recibir un servicio, una especie de cheque social que se daría al usuario para que se ayude con él a pagar una plaza residencial. "Esa solución rompe la vía del acceso público, porque es el usuario el que tiene que buscarse la vida para conseguir residencia. Además, a los geriátricos les permite seleccionar a su clientela y los más indefensos y con mayores dificultades tendrán más problemas. Todo ello amenaza con crear un sistema dual, centros públicos para gente con menos recursos y privados para los que más tengan", dice el presidente de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, José Manuel Ramírez.
 

viernes, 28 de enero de 2011

Construir un hábitat compartido, construir una comunidad


Hablando de vivienda uno piensa que construir se refiere a lo que hacen una serie de profesionales y currelas, desde los arquitectos y aparejadores hasta los azulejistas, que convierten un solar en un espacio cerrado a punto para meter los muebles e irse a vivir allí.
Pero para vivir en un cohousing, tan importante como esa construcción es la que consiste en convertir un grupo de gente más o menos interesada en una comunidad apta vivir en un hábitat compartido.
Perder el miedo a la palabra comunidad
Cuando se menciona la palabra comunidad, hay que darse cuenta de que es un saco muy grande, donde cabe de todo. Comunidad se llama tanto a un grupo estrechamente unido por una ideología mística y dispuesto a compartirlo todo en la vida, como a la asociación forzosa de los propietarios de pisos de un inmueble, donde lo único en común es ser propietario, y por lo demás suele abundar la desconfianza mutua, y lo más normal es no dirigirse ni la palabra.
La comunidad de cohousing
Para el buen funcionamiento de un hábitat compartido, cohousing, covivienda, o como lo queramos llamar, es fundamental la existencia previa de un grupo de personas que opta por ese sistema de vi(vien)da, que ha mantenido varias horas de reuniones y discusiones para llegar a todos los acuerdos necesarios para decidir, diseñar, construir y vivir cooperativamente en un conjunto construido para ello. La gente así preparada para vivir en un cohousing es una comunidad de cohousing, que no tiene por qué coincidir en más ideas, sean políticas, sociales, filosóficas, religiosas o laicas.
Partir de un grupo para llegar a ser comunidad
Es obvio que un grupo no llega de manera expontánea a ser una comunidad; pero es muy importante subrayar, por lo que dice la experiencia, que no se puede esperar a que la vida en proximidad genere comunidad, si no que hay que llegar a ese momento con una comunidad bastante afianzada. Claro que no se puede exigir a todos el ismo grado de compromiso, y que siempre va a haber recién llegados de última hora que tendrán que hacer el aprendizaje sobre la marcha, pero los cerca de cuarenta años de experiencia en cohousing enseñan que más vale no escatimar en reuniones y ocasiones para el debate mientras se va avanzando en la construcción física del hábitat compartido.
El metodo Nielsen
En 1995, un danés llamado Henry Nielsen, en colaboración con la asociación Objetivo Calidad de Vidad desarrolló un modelo integral para la creación de comunidades de cohousing para mayores, que reconocía las necesidades específicas de esas personas. Ese método enseñaba un modelo, un proyecto si se quiere, que guiaba a esos grupos de personas a navegar con éxito a través de un proceso que de otra manera resulta incierto.
El modelo de Nielsen está basado en el proceso participativo, y en él se incorporan detalladamente cuestiones de cooperación, de asistencia, consideraciones sobre el diseño, sobre el tamaño de la comunidad, y sobre los procesos de formación de grupos, entre muchas otras cosas. Una vez que los daneses comenzaron a usar el método Nielsen, la cantidad y calidad de las comunidades de cohousing para mayores han aumentado significativamente.
El objetivo de Nielsen era ambicioso y poliédrico. Buscaba un modelo que:
• hiciera que el cohousing fuera una opción accesible a todo el mundo, y no sólo para los muy motivados,
• identificara y resolviera los principales problemas que los mayores suelen encontrar durante el proceso,
• mejorara los aspectos sociales del proceso, que a su vez, propiciaría unas comunidades más fuertes y duraderas,
• hiciera más fácil y satisfactorio para los promotores y los municipios iniciar o apoyar nuevos proyectos de vivienda cooperativa de mayores,
• guiara el proceso de principio a fin, y también la vida en comunidad.
Las cinco fases de Nielsen
El método de Nielsen abarca todo el proceso desde la idea inicial hasta la vida en el cohousing y se divide en cinco fases que representan cada una un conjunto de retos y recompensas.
 La primera fase o fase de viabilidad /factibilidad es una fase crítica en la que se analiza cuidadosamente si el proyecto es viable y se trata de reponder a las preguntas básicas: ¿Existe real interés para una comunidad de cohousing de mayores? ¿Hay algún terreno suficientemente próximo ? ¿Qué tipo de financiación puede obtenerse para los eventuales residentes: banca normal, administración, inversores? ¿Qué instrumentos y garantías financieros van a poder usarse para dar una utilización y garantía máximas a los bienes de los residentes? ¿Son las autoridades locales susceptibles de proporcionar ayudas en forma de terrenos?
Durante la Fase de Viabilidad ocurren tres acontecimientos principales:
• Se forma un grupo nuclear.
• Se identifica una localización.
• Se encuentran posibilidades de financiación.
En esta fase el grupo adquiere una visión de conjunto del proyecto en lo que se refiere a : Viabilidad, Propiedad, Localización, Permisos, Financiación y Presupuesto
► La segunda fase o fase de información: Publicidad, constitución del grupo. Estrategias de desarrollo
La segunda fase consiste por un lado en publicitar el proyecto hasta constituir la masa crítica considerada necesaria para llevar adelante el proyecto y por otro en decidir un estrategia de desarrollo bastante acabada.
Los mayores interesados empiezan a conocer cual es el proceso que se requiere para ir desde la idea de una nueva comunidad hasta la construcción de esa comunidad. Además de aprender en lo referente al aspecto social de la construcción de una comunidad, es necesario que mejore su comprensión del proceso de diseño y desarrollo en vistas a participar plenamente en la creación de un entorno construido.
Este proceso de aprendizaje incluye estrategias de desarrollo, opciones financieras, y cuestiones jurídicas.
Cada grupo debe tratar cuidadosamente de dar con la estrategia más adecuada para su situación particular. ¿Cuántas viviendas constituyen el número ideal para la comunidad? ¿Debe el grupo de residentes actuar como promotor? Deben establecer una joint venture con un promotor experimentado? ¿Cómo compaginar los objetivos del grupo con los de la administración?
►Tercera fase o Grupo de estudio numero 1: Aprender a envejecer con éxito
El Grupo de Estudio número 1 consiste en una serie de talleres en los que los participantes exploran los temas referentes a envejecer sin moverse de donde uno vive, definen lo que significa envejecer con éxito, y empiezan a perfilar un camino deliberadamente escogido para escoger, en la medida de lo posible, el propio futuro
El objetivo de esta fase es conseguir un conocimiento general sobre las alternativas existentes; pero tan importante como eso, aunque menos tangible, es que los futuros residentes clarifiquen sus esperanzas y sueños al tiempo que aprenden a trabajar en cooperación con los demás.
Normalmente, el grupo de Estudio número 1 se reúne semanalmente a lo largo de diez semanas, tres meses más o menos. Muchas veces los grupos suelen tener el apoyo de un facilitador exterior para guiar las sesiones.
Los temas tratados en estos talleres suelen comprender temas como los siguientes:
• ¿Cual es su escenario de envejecimiento?
• Pros y contras de envejecer donde uno vive en las diversas modalidades de vivienda
• Proceso grupal. Trabajo conjunto.
• Ayuda mutua y ayuda externa
• Cuidado mutuo: mantener la salud a través de la comunidad
• La economía en el envejecimiento
• Filosofía, espiritualidad, mortalidad
• Comunidades de cohousing y diversidad de diseño de cohousing. Cómo construir una comunidad.
Esta fase es realmente importante para cualquiera que esté pensando en cohousing para mayores. Es una fase en la que se suelen establecer lazos profundos entre los futuros residentes. Trabajar juntos en temas sobre el envejecimiento, hacerle frente conjuntamente y hacerlo con soluciones creativas es una importante experiencia unificadora.
►Cuarta Fase (Grupo de estudio número 2): Proceso participativo de diseño y desarrollo
Este grupo de estudio está concebido para quienes van a trasladarse a una comunidad de 15 a 25 unidades. En esta fase, lo que parte de ser un grupo se convertirá en una comunidad de cohousing de mayores. Los mayores, junto con su arquitecto, van a diseñar la comunidad de cohousing a lo largo de una serie de talleres. Van a desarrollar y concretar los criterios de diseño arquitectónico, diseñar el plano del conjunto, la casa común y las unidades de vivienda: Más adelante asegurarán la financiación y contratarán un contratista que lleve adelante la edificación o remodelación.
►Quinta fase (Grupo de estudio número 3) : Acordar las normas de convivencia
Ésta es la fase en la que los residentes se preparan para vivir en una comunidad de cohousing. En ella se discutirá y se decidirá cómo llegar a acuerdos y se establecerán las políticas de detalle en lo referente a comidas en común, animales de compañía, quién se ocupa de quién, etc. Los residentes, el desarrollador y el asesor del proyecto deciden sobre el proceso para admitir nuevos residentes, y los métodos para completar las vacantes. También identificarán las necesidades de mantenimiento que pueden sobrevenir.
El metodo Nielsen no es el remedio universal
Evidentemente, nadie está pensando que siguiendo los pasos del método Nielsen el éxito está asegurado. Seguramente, aun dentro de su generalidad, está basado en unas experiencias de unas sociedades bastante diferentes a la nuestra, y habrá muchas cosas que cambiar para adaptarlo. Pero lo que sí se puede asegurar es que es un método coherente que recoge de manera ordenada muchas experiencias de proyectos de cohousing que han terminado con éxito y también de otros que se han quedado en el camino.
Buena parte de lo que cuento aquí está tomado de The Handbook of Senior Cohousing de Charles Durrett